El ángelpor J.R. Wilcock
El ángel Elzevar está desocupado, lo único que sabe hacer es llevar mensajes pero ya no hay más mensajes que llevar, y entonces el ángel da vueltas revisando en la basura del gran basurero municipal en busca de restos de comida y sobras de fruta: algo tiene que comer. De noche, hizo la prueba de recorrer la orilla del rÃo en calidad de prostituto todo servicio, y de hecho sabe hacer muchas cosas y su condición angélica lo exime de cualquier escrúpulo moral; pero la mayorÃa de las veces el encuentro termina mal, por ejemplo cuando el cliente, antes o después, descubre que Elzevar no tiene sexo: por lo que parece, en ciertas ocupaciones el sexo es particularmente requerido, e incluso indispensable. Para aplacar al desilusionado cliente, Elzevar le muestra un poco cómo vuela, primero a la derecha, después a la izquierda, después le pasa sobre la cabeza y le desordena los cabellos como una brisa ligera; pero los clientes de la orilla del rÃo exigen algo más concreto que una normal exhibición de levitación; uno le mordió el tobillo en pleno vuelo, otro calvo con peluca lo llamó sodomita y un tercero lo denunció a la policÃa, basándose en un artÃculo del Código Penal que prohÃbe exaltar la seducción y otros dos artÃculos del Código de Navegación Aérea relativos al vuelo urbano sin documentos. Después de lo cual Elzevar tuvo que mudarse a otro recodo del rÃo, peligrosamente frecuentado por familias y pescadores con cañas, incluso de noche.
Estos inconvenientes, natural consecuencia de su desocupación temporaria, no pueden realmente preocupar a un ángel. Para comenzar los ángeles son inmortales, y son pocos los mortales que pueden decir lo mismo. En cuanto a la falta de mensajes, un dÃa u otro tendrá que terminar. Nuevos emisores se están alistando, y los potenciales receptores por cierto no escasean. Ya en el pasado le sucedió estar sin trabajo por perÃodos más o menos largos, sin hacer nada. Basura de comer nunca le ha faltado; es verdad que la prostitución angélica ya no es lo que era , pero de cualquier forma, hasta que esté listo el nuevo mensaje, hay que seguir en contacto con los hombres. Mientras tanto Elzevar siempre puede encontrar trabajo en un circo, en tanto lamentablemente muchas cosas cambiaron desde que existe la televisión. Si el Gran Silencio durase mucho, otros caminos interesantes y poco recorridos se le abren: por ejemplo el cine underground, la aplicación de antiparasitarios, la manutención de computadoras, la limpieza de ascensores y los desfiles masculinos de moda.
| | The Angelby J.R. Wilcock
The angel Elzevar is unemployed -- the only thing he knows how to do is carry messages, but there aren't any more messages for him to carry, so the angel wanders through the garbage in the great municipal garbage dump, in search of food scraps and vegetable trimmings: he needs something to eat. At night, he tries his luck along the river's bank, offering his services as a prostitute; for to tell the truth, there are many things he can do, and his angelic status exempts him from any moral scruple; but the majority of these encounters end poorly, for example when the client discovers (sooner or later) that Elzevar has no genitals: as it appears, in certain occupations genitals are a particular requirement, even indispensable. In order to placate the disillusioned client, Elzevar demonstrates for him how he can fly, a bit on the right, a bit on the left, then passing over his head and toussling his hair like a soft breeze; but the clients on the river's bank are looking for something more concrete than a simple exhibition of levitation -- one bites his ankle as he is flying over, another, a bald man wearing a wig, calls him a faggot; a third denounces him to the police, basing his accusation on an article of the Penal Code which prohibits solicitation, and also on two articles of the Code of Navigation relating to unlicensed flight in urban areas. After that, Elzevar has to move around the bend of the river, to an area dangerously thick with families and fishermen, even at night.
These inconveniences, the natural consequence of his temporary unemployment, are no real distraction for an angel. To begin with, angels are immortal; there are few mortals who can say as much. And as far as the drought of messages goes, one day or another that will be over. New transmissions are readying themselves, and potential recipients are hardly in short supply. It's happened in the past now and then, that he's been without work for however long a time, and it hasn't affected him. He's never been lacking for trash to eat. It's true that angelic prostitution is not what it once was; but somehow or another, until the next message is ready, he has to remain in contact with people. Elzevar could always find work in a circus, though here too, lamentably, much has changed since the invention of television. If the Great Silence lasts too long, other avenues could open, interesting and little explored: for example the underground cinema, the application of static suppressors, computer maintenance, cleaning of elevators, male modeling.
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